Carrera de Medicina, nuevamente acreditada por siete años

Gracias al gran apoyo constante de la Unidad de Aseguramiento de la Calidad y al trabajo coordinado de toda la comunidad que compone la Escuela de Medicina, la Carrera de Medicina nuevamente ha sido acreditada por siete años, donde por cuarto proceso consecutivo obtiene el período máximo.

Dicho concepto es resaltado por el doctor Miguel O’Ryan, decano de la Facultad de Medicina, quien señala que “esta nueva acreditación por siete años nos llena de orgullo en tanto demuestra la fortaleza institucional que hay detrás de nuestros programas de estudio. El éxito obtenido no es casual y, en este caso particular, es destacable el trabajo coordinado  de toda la comunidad que compone la Escuela de Medicina: directivos, académicos y académicas de los distintos departamentos, estudiantes, egresados, funcionarios y funcionarias y empleadores; además, por cierto, del apoyo constante de nuestra Unidad de Aseguramiento de la Calidad. Enhorabuena a nuestra Escuela de Medicina en su 190 aniversario”.

Este resultado –que concitó la unanimidad de los integrantes de la Comisión Nacional de Acreditación, y que fue notificado el 16 de agosto de 2023- es producto de dos años de trabajo. Según recuerda Andrea Aedo, de la Unidad de Aseguramiento de la Calidad, “esta labor comenzó en el 2021 durante la pandemia y con un equipo distinto, liderado por el doctor José Peralta; con el retorno gradual a la presencialidad, se inició la evaluación intermedia e inmediatamente la preparación del informe de autoevaluación. Posteriormente, el doctor Peralta asumió funciones fuera de la universidad, y el decano anterior, doctor Manuel Kukuljan, me convocó para este equipo”.

Por ello, explica que para el proceso de acreditación  “de acuerdo a la estructura de trabajo que se diseñó originalmente, se hicieron tres grupos: uno amplio que inició la recolección de datos e información; otro, encargado de completar el formulario de antecedentes en base a estos datos, y un tercero que fue el que redactó el informe de autoevaluación y construyó el plan de mejora, e hizo el análisis de datos”. 

Luego “se cambió un poco la metodología de trabajo, para tener resultados e informes en los plazos que nosotros requeríamos, porque la carrera de Medicina es de acreditación obligatoria –como también Odontología y las pedagogías- y no podíamos exponernos a perder ni un día de esta certificación. Entonces, para cumplir con las metas y que el proceso fuera analítico, reflexivo y participativo, cambiamos un poco la metodología y felizmente dio resultado”.

Desafíos para el ajuste curricular

La doctora Suau explica que “en el proceso de autoevaluación y posterior diseño de plan de mejoras que presentamos a la CNA constatamos que de la docena de criterios establecidos para la acreditación sólo en dos aún manteníamos deficiencias; lo interesante es que estamos en período de ajuste curricular, entonces podemos dedicarnos de lleno a trabajar en esas áreas”.

Esos desafíos están en el plan de formación: “el primero tiene relación con la homogenización de contenidos, sobre todo en aquellos cursos clínicos que se ofrecen paralelamente en los cinco campus. Todos ellos tienen programas y evaluaciones comunes, pero a veces el contenido puede tener ciertas diferencias; en lo que debemos avanzar es en una base común pero aprovechando una de nuestras cualidades, dada por las propias diferencias de cada campus. Es decir, que fortalezcamos lo medular de lo que se enseña y que luego estén las distinciones que puede tener cualquier grupo clínico de trabajo”.

En segunda instancia, añade, está disminuir la excesiva carga académica, particularmente del tercer nivel de formación, “y eso es lo que veremos ahora durante el ajuste curricular, imbricado así con el plan de mejoras propuesto”.

Trabajando por una formación integral

La comunidad de académicos, estudiantes, egresados y empleadores de la Escuela de Medicina fue parte activa al responder como actores clave las encuestas cuyos resultados permitieron dar forma al Plan de Mejoras mencionado. “Estas se aplicaron en marzo y abril de 2022 de manera online y en cada uno de los grupos alcanzamos o superamos el número establecido como base por la Unidad de Aseguramiento de la Calidad para que sus resultados fueran significativos. Pero además se concitó una muy satisfactoria participación de cada uno de los grupos en las reuniones con los pares evaluadores externos, lo que también demuestra su compromiso, como todos se ponen para mostrar en fondo lo que somos”, recuerda la directora.

En ese sentido, Andrea Aedo destaca que “una de las mayores fortalezas del proceso es que  el Centro de Estudiantes de Medicina es muy organizado y participan activamente, y eso ayudó mucho a la convocatoria del alumnado, tanto para encuestarlos como para que se integraran a las reuniones con los pares evaluadores”.

En esos encuentros de pares también se señalaron debilidades, acota la doctora Suau. “Por ejemplo algunos de infraestructura, como los derivados de la construcción del Centro de Investigación Clínica Avanzada en el Hospital Luis Calvo Mackenna, pero que sin embargo no fueron gravitantes respecto a lo que la CNA señaló en su informe”.

Dicho documento, explica, “en general fue muy bueno. Releva temas que ya habíamos visto, como las decisiones e hitos evaluativos en el marco de un currículum  orientado a competencias.  Otra cosa que nos llamó la atención fue que remarcan considerar alguna prueba nacional estandarizada como parte del diseño de nuestro plan de formación; en específico, el Eunacom. Y nosotros pensamos que es una prueba nacional que habilita o no para el ejercicio médico, como dice la ley, pero que no selecciona ni los planes educativos están al servicio de este examen; por lo tanto, darle esa preponderancia a esta prueba nacional, que además es absolutamente entrenable, sería trabajar para ella en vez de hacerlo por la formación integral de un profesional. Nuestros estudiantes se forman con muy buenos conocimiento teóricos y por eso tienen buenos resultados en Eunacom; de hecho, la generación del 2022 tuvo un puntaje histórico. Pero en base a lo que nos señalan egresados y empleadores nuestros estudiantes están capacitados en muchos ámbitos para ejercer como médicos generales y eso se puede ver con el trabajo de nuestros egresados en diversas áreas y no con una prueba estandarizada”.

Dos actores fundamentales

La doctora Thelma Suau destaca que “es un orgullo desde lo personal haber estado a la cabeza de este proceso; pero es un orgullo por la comunidad que formamos. Acá todo el personal de la escuela, los docentes del Instituto de Ciencias Biomédicas, de la Escuela de Salud Pública, de los departamentos clínicos, son los actores principales de este logro. Pero paralelo a esta alegría ya  estamos en el ajuste curricular, socializando el perfil, para avanzar este año en lo que es el plan de formación, mirando al mismo tiempo los cursos, porque ahí finalmente donde tenemos el mayor desafío de innovación. Y es que la educación médica ha sido siempre muy tradicional, pero la evidencia actual nos dice que no podemos seguir igual, porque el contexto país es diferente, porque los estudiantes son distintos, por lo que tenemos que ver cómo darles autonomía en su proceso formativo, para que ellos sean los constructores y nosotros aportemos en el análisis, en la discusión clínica.   Esta es la fuerza que necesitamos para este proceso de ajuste, involucrando a dos grupos de actores que son fundamentales: los docentes de generaciones como la mía, que aportamos la experiencia de lo que somos y hemos sido, y los docentes más jóvenes, que tienen más cercanía porque hay una menor brecha generacional con los estudiantes. Hay determinadas técnicas,  maneras y formas desde transmitir contenidos, desde lo metodológico hasta el día a día en la propia acción médica con un determinado paciente con el que nos toque interactuar: eso es con lo que más se quedan los alumnos. Por eso es que juntos vamos a complementar lo que es la educación médica futura”.

Andrea Aedo agrega que “estamos muy contentos. Esto fue posible gracias al trabajo de muchas personas, profesionales, directivos, académicos y estudiantes, y sobre todo integrantes de la Escuela de Medicina que aportaron tiempo, información, revisión de documentos, observaciones y críticas”. La doctora Suau finaliza relevando la contribución de Cecilia Dooner y Gabriel Aguirre, de Aseguramiento de la Calidad del Departamento de Pregrado de la Universidad de Chile; de la profesora Leonor Armanet, directora de dicho departamento; de la profesora Soledad Reyes, secretaria de estudios de la Facultad de Medicina; del doctor Felipe Carrillo, subdirector de la Escuela de Medicina y del doctor Boris Marinkovic, subdirector académico, así como del profesor Rigoberto Marín, secretario ejecutivo de acreditación; del doctor Esteban Cortés, ex director de la escuela, y del cuerpo administrativo de su unidad.

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